29 de noviembre,
2018 – 3 de marzo, 2019
Desde los años
noventa, Diana Thater (San Francisco, 1962) ha sido una pionera de la
videoinstalación y ha combinado nuevas tecnologías de la imagen en movimiento
con formas que desafían las convenciones narrativas del video y el cine.
Manipulando el color en el espacio de exposición y usando pantallas y monitores
como soporte visual, las obras de Thater plantean diálogos con los grandes
hitos de la historia del arte—desde el impresionismo al minimalismo—a la vez
que hacen frente a las cuestiones más urgentes de la cultura contemporánea. Sus
entornos, inmersivos y saturados de color, afectan dramáticamente a la
arquitectura que los acoge a la vez que ponen en juego una lucha de elementos
opuestos, de belleza y espíritu crítico, sugiriendo lo que la propia artista
denomina una “tensión entre ciencia y magia”. Al mismo tiempo, sus
instalaciones señalan con agudeza las sutiles diferencias que existen entre ver
y mirar.
Entre los temas
clave de la obra de Thater están las condiciones de vida animal como resultado
de la acción humana. Un mundo a la fuga (2016-17) presenta dos instalaciones
gemelas, recientemente producidas en Kenia, donde la artista observa la vida y
hábitats de dos especies en peligro de extinción—rinocerontes y elefantes—y
evoca las economías ilícitas que amenazan su supervivencia. Tan radical como la
realidad observa de cerca a Sudán , el último macho de rinoceronte blanco vivo
en el mundo, junto con los guardas que lo protegen de los cazadores furtivos en
la reserva de Ol Pejeta. Un mundo a la fuga, de la que toma título la
exposición, retrata a una manada de elefantes y su hábitat en las Colinas de
Chyulu. Ambas obras despliegan una misma mirada distante, descriptiva y a veces
errante; ambas observan a sus objetos en silencio y, tácitamente, nos invitan a
considerar su existencia en el planeta así como su inminente desaparición.
Como resultado del
filtrado de luz ambiente, el color de cada pantalla se altera al reflejarse en
la que tiene al lado y también en el suelo de la galería. Además de sugerir
cierta magia, estos efectos singularizan aún más la obra de arte como espacio
específico de observación. El interés de Thater por la interacción del color se
manifiesta con igual fuerza en Tiempo comprimido (2017), un video mural
expuesto en la antesala de la exposición. Utilizando una modalidad típica en su
trabajo, la artista superpone lo abstracto y lo descriptivo, provocando una
confrontación entre puros planos de color e imágenes documentales.
Comisario: Manuel
Cirauqui
https://www.guggenheim-bilbao.eus/exposiciones/diana-thater-un-mundo-a-la-fuga/
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