LEILA GUERRIERO
El Equipo Argentino de
Antropología Forense trabaja desde hace 35 años en la Argentina y en 30 países
identificando restos de víctimas de violencia de estado (entre otras
violencias). El jueves envió un comunicado brutal: "El EAAF suspende sus
actividades en Argentina porque el Estado no le giró los fondos
acordados". La secretaría de Derechos Humanos no les pagó trabajos
realizados en 2018 -la identificación de soldados muertos en Malvinas, la
búsqueda de desaparecidos de la dictadura-, y los dejó en una situación
crítica. Seguirán realizando tareas internacionales, pero no en su país. No
pueden: no les pagamos. Conozco un poco a esa gente. A Mercedes Doretti, que en
2007 recibió 500 mil dólares por la beca MacArthur y donó la mitad al Equipo
porque "yo no trabajo sola". A Mercedes Salado, que me dijo "Lo
que hacemos es tan pequeño. Encuentras la identidad de una persona. Y eso es
todo. Pero es una dignificación del muerto y también del vivo". A Luis
Fondebrider, que me dijo "La relación con los familiares de los
desaparecidos la tuvimos siempre. Nosotros tocábamos a sus muertos. Tocar los
muertos crea una relación especial con la gente". Escribir ese comunicado,
que lleva incertidumbre a miles de familiares que esperan, debe haber sido para
ellos más difícil que tocar a los muertos. El gobierno argentino adujo
"problemas administrativos" y aseguró que les pagarían el viernes.
Pero el viernes aún no habían recibido nada. Les paguen o no, el daño está
hecho. Llevan 35 años trabajando bajo distintos gobiernos, y sólo ahora alguien
creyó que eran prescindibles, una ecuación más del debe y el haber. Después de
todo, ¿cuánto vale un puñado de huesos con nombre, cuánto estamos dispuestos a
pagar por un poco de memoria colectiva? Nada indica que ese alguien no vuelva a
creer lo mismo, se les pague o no, en el futuro inmediato.
https://elpais.com/elpais/2018/12/23/opinion/1545592968_457815.html
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