jueves, 20 de diciembre de 2018

EMILY BLUNT, LA NIÑERA ANTISISTEMA: "MARY POPPINS NO DEPENDE DE NINGÚN HOMBRE"


La actriz retoma el personaje que Julie Andrews interpretara hace 58 años para insistir en el irresistible encanto de las institutrices anarquistas, algo maleducadas y voladoras

Lo mismo da vida a una reina que a un comando suicida; a una madre acosada por los aliens que a la mismísima reina del hielo. Sea esta última quien sea. Emily Blunt se ha convertido desde que en 2004 se dejara ver en la tercera película del ahora reconocidísimo Pawel Pawlikowski en la nueva imagen de la industria. De Hollywood entero quizá. La menos cursi o, si se quiere, la más sudorosa (por el esfuerzo más que nada). Ahora, a sus 35 años, le toca ser la nueva Mary Poppins en la versión coreografiada por Rob Marshall que, imagen a imagen, intenta calcar el alma y emoción de la cinta original. El regreso de Mary Poppins es exactamente eso: la reaparición (she pops-in se dice en inglés) de la institutriz creada por la escritora Pamela Lyndon Travers y cuyas míticas aventuras se desenvuelven a lo largo de ocho libros publicados entre 1934 y 1988. Todo ello, sin olvidar, lógicamente, a Julie Andrews, la protagonista de la versión Disney estrenada en 1964. Sin olvidarse de ella ni de los pingüinos, claro.


 ¿Por qué volver a Mary Poppins?
Quizá, la fragilidad de los tiempos que estamos viviendo sea la respuesta. Su carácter vital puede ser una buena respuesta a todo este caos y, sin duda, puede ayudar a que la gente incorpore un poco de alegría y optimismo en sus vidas.
¿Y qué cree que la niñera Poppins nos tiene que decir o enseñar ahora más allá de su buen talante?

La actriz retoma el personaje que Julie Andrews interpretara hace 58 años para insistir en el irresistible encanto de las institutrices anarquistas, algo maleducadas y voladoras

Lo mismo da vida a una reina que a un comando suicida; a una madre acosada por los aliens que a la mismísima reina del hielo. Sea esta última quien sea. Emily Blunt se ha convertido desde que en 2004 se dejara ver en la tercera película del ahora reconocidísimo Pawel Pawlikowski en la nueva imagen de la industria. De Hollywood entero quizá. La menos cursi o, si se quiere, la más sudorosa (por el esfuerzo más que nada). Ahora, a sus 35 años, le toca ser la nueva Mary Poppins en la versión coreografiada por Rob Marshall que, imagen a imagen, intenta calcar el alma y emoción de la cinta original. El regreso de Mary Poppins es exactamente eso: la reaparición (she pops-in se dice en inglés) de la institutriz creada por la escritora Pamela Lyndon Travers y cuyas míticas aventuras se desenvuelven a lo largo de ocho libros publicados entre 1934 y 1988. Todo ello, sin olvidar, lógicamente, a Julie Andrews, la protagonista de la versión Disney estrenada en 1964. Sin olvidarse de ella ni de los pingüinos, claro.
 ¿Por qué volver a Mary Poppins?
Quizá, la fragilidad de los tiempos que estamos viviendo sea la respuesta. Su carácter vital puede ser una buena respuesta a todo este caos y, sin duda, puede ayudar a que la gente incorpore un poco de alegría y optimismo en sus vidas.
¿Y qué cree que la niñera Poppins nos tiene que decir o enseñar ahora más allá de su buen talante?
Lo primero es que es una mujer muy moderna. Ya lo era en los libros. Cuando P. L. Travers escribió esta historia, era una mujer que conseguía sacar adelante lo que se proponía. Poderosa. No en el sentido de Bruce Willis, pero sí de otra manera. No depende de nadie y lo maneja todo a su alrededor. Por otra parte, es una especie de superhumana con una superhumanidad. Digamos que es incluso una superheroina. Vuela y todo. Creo que es muy contemporánea. De hecho, la razón por la que Rob situó la acción de la película durante la Gran Depresión es porque hay un cierto paralelismo con nuestros días. Entonces como ahora, mucha gente vivía desconcertada o simplemente asustada. El mismo miedo de entonces es el de ahora. Imagino que Poppins nos devuelve a ese momento de la infancia en el que todavía hay espacio para la esperanza y la sorpresa.
¿Cuando habla de miedo o desconcierto, ¿a qué se refiere exactamente?
Bueno, prefiero no mencionar nada en concreto. Me quedo con la sensación general de fragilidad que estamos viviendo todos, en Europa y en América, en un momento de muchos cambios
Me pregunto qué pensaría Mary Poppins de asuntos como el Brexit o la elección de Trump en Estados Unidos...
Seguramente estaría muy confusa y perpleja [se ríe].


¿Cree que se podría decir que Poppins es feminista?
Sí, claro, lo es. No depende de ningún hombre y eso me gusta de ella. Además, es como si las debilidades de los demás la desconcertaran. Es una mujer muy enérgica, capaz de tener una visión general de las cosas y simplificárselas al resto de la gente...
Por otro lado, para reivindicarse y que se le tenga en cuenta necesita ser casi perfecta. En eso también parece muy actual. Cuando hablamos de un hombre sabio nos lo imaginamos despistado o desconectado de la realidad, en ningún caso tan perfecto como ella...
No tengo claro que sea perfecta. Es vanidosa y algo maleducada. ¿Eso es ser perfecta? ¿Qué es ser perfecta? Pienso que lo que más le gusta de sí misma es que no se parece a nadie. Se alegra de eso, la enorgullece. Esa dualidad siempre me ha divertido. En los libros, más que en la película, es muy narcisista e incorrecta con los demás porque se va tropezando con tonterías que estorban a su plan maestro y misterioso de llevarte en un viaje de autodescubrimiento.
Me pregunto si usted misma con papeles como los de 'Sicario' o 'Al filo del mañana' se considera un símbolo feminista...
Es extraño pensar así de una misma, pero me parece bien. Ojalá sea así y si lo es, me parece muy halagador.
Otro tema que está muy presente en Mary Poppins es el valor de la educación. Ahora mismo es un debate tanto en el mundo en general como en España en particular. No sé si preguntarle como Poppins o como madre. ¿Qué opina sobre este asunto?
Siempre que hablo de esto me siento como un dinosaurio, pero lo que me preocupa de la tecnología es lo pequeño que se vuelve el mundo para los niños. Y eso a pesar de que se estén dando saltos de gigante en muchos aspectos. Lo que me molesta de las redes sociales, por ejemplo, es que creas una especie de identidad a medida. Y me preocupa que haya que intentar estar a la altura de esa identidad perfecta en todo momento. La vida no es buena y perfecta. Tiene de todo. Puede ser dura y no creo que debamos escapar de esa verdad. Tienes que abrir los ojos y experimentar la vida. No puedes fotografiarlo todo, documentarlo todo. La educación tiene que crear personas capaces de pensar, de pensar de manera innovadora.
¿Habla como Mary Poppins o como Emily Blunt?
Como Emily Blunt. Pero estoy de acuerdo con Poppins. Ella transmite la idea de que todo es posible, incluso lo imposible. Tener sueños ambiciosos es una de las cosas más importantes en la vida.
¿Cómo fue su infancia?
Maravillosa, genial, alegre, alocada y completa. Éramos cuatro niños en casa, así que siempre había ruido, bullicio y mis padres son dos de las personas menos críticas con los demás que haya conocido. Les gustaban todo tipo de personas completamente distintas y nos aceptaban a todos con nuestras idiosincrasias y diferencias. Me encanta eso de mi padre y mi madre; que estaban completamente abiertos a quiénes éramos y a quiénes queríamos ser. Eso incluye a todo el mundo que conocen, a mis amigos...
¿Trata de ser igual con sus hijos [tiene dos con John Krasinski]?
Sí, creo en dejarles ser quienes quieran ser porque la gente es como es. No cambiamos demasiado. He aprendido eso con los años. Las personas son quienes son. Me encanta lo diferentes que son mis hijos entre sí. Son personalidades completamente distintas con los mismos padres. Es extraño.
¿Tuvo niñera, por cierto?
Tuve un par de cuando era muy pequeña, pero luego mi madre estaba siempre ahí, sin ayuda. No sé cómo se las apañabau-pairsa con sus cuatro hijos. El otro día le dije: «No sé en qué estabas pensando. ¡Cuatro hijos!». Está loca. No sé cómo lo hizo, pero fue una madre increíble.

LA SUFRAGISTA QUE CREÍA EN LA EDUCACIÓN

Cuenta María Tausiet en su libro Mary Poppins. Magia, leyenda, mito (Abada editores) que, salvando las distancias y los tiempos, algo une al Quijote con la institutriz voladora. «Tanto el iluso caballero como la niñera que sabe identificar y recrear las ilusiones infantiles nos inducen constantemente a cuestionarnos nuestro sentido de lo real». Su estudio recién publicado se adentra en el imaginario del personaje de Travers no tanto para explicarlo, que también, como para dotarlo de su verdadero y hondo significado. En poco más de 200 páginas, de la mano de un texto tan documentado como ameno, la autora describe y desentraña la lógica profunda de la que bebe un personaje cuyas raíces están igual en la mitología griega o céltica como en la misma Biblia. No en balde, la escritora, novelista y poeta Pamela Lyndon Travers, además de experta en folclore, era una contrastada conocedora del taoísmo, la filosofía hindú y las tradiciones budistas.

Tausiet confiesa haberse quedado fascinada con el personaje de Poppins desde niña. Sólo mucho más tarde y por culpa de un regalo (su hermano le entregó en 2006 los volúmenes completos de Travers) decidió convertir su fascinación temprana primero en obsesión y más tarde en objeto de estudio. Y así, hasta que poco a poco, le pudo un personaje que, a su manera iconoclasta, bien podría ser definida como feminista. No la primera, pero sí, como la sufragista Emmeline Pankhurst que aparece tanto en el libro original como en la película (aunque su nombre se borró de la versión española), pero sí una de las más aventajadas. «Mary Poppins se presenta, caída del cielo, como una mujer fundamentalmente independiente», arranca Tausiet. Y sigue: «Lo es en un sentido económico (como institutriz, gana un salario) pero también psicológico. Sabe lo que quiere, se niega a dar explicaciones, tiene una gran fuerza de voluntad (quizás ahí radique su magia) y no se arredra ante ningún obstáculo... Aunque en la película no se la representa acudiendo a manifestaciones feministas, a diferencia de la madre de los niños, con su comportamiento demuestra que la igualdad entre sexos es posible».

¿Y si además de una perfecta educadora, la refinadísima y algo gamberra institutriz fuera, además, revolucionaria y hasta fogosa anticapitalista inlcuso? «Ella», continúa Tausiet, «se presenta acompañada de una serie de amigos y parientes pertenecientes a la clase trabajadora, cuando no auténticos marginados sociales, que la apoyan en todo momento y a quienes ella a su vez defiende. Estos personajes (entre ellos, mujeres ancianas, despreciadas habitualmente por la sociedad) son los auténticos artífices de la magia. El discurso latente en los libros de Travers es decididamente antimaterialista». Y ahí, de momento, lo deja.

Para la autora, Poppins es ya un mito contemporáneo; «un mito que nos invita a mirar mejor y más atentamente y a encontrar lo extraordinario en nuestra vida cotidiana». Y esto último hace de ella la mejor de las profesoras. O quizá la única posible. «Uno de los puntos fuertes de la institutriz es que sabe ponerse en el lugar de los niños, entender su psicología, e incluso, en ocasiones, su necesidad de portarse mal. Sólo es posible educar desde la empatía y quizás, por eso, consigue de ellos cosas que, en principio, parecerían imposibles». Hacer posible lo imposible, dice una de las máximas de Poppins. Pues eso.

https://www.elmundo.es/papel/cultura/2018/12/20/5c1a8dd721efa0bb3f8b45a5.html

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