La actriz retoma el
personaje que Julie Andrews interpretara hace 58 años para insistir en el
irresistible encanto de las institutrices anarquistas, algo maleducadas y
voladoras
Lo mismo da vida a
una reina que a un comando suicida; a una madre acosada por los aliens que a la
mismísima reina del hielo. Sea esta última quien sea. Emily Blunt se ha
convertido desde que en 2004 se dejara ver en la tercera película del ahora
reconocidísimo Pawel Pawlikowski en la nueva imagen de la industria. De
Hollywood entero quizá. La menos cursi o, si se quiere, la más sudorosa (por el
esfuerzo más que nada). Ahora, a sus 35 años, le toca ser la nueva Mary Poppins
en la versión coreografiada por Rob Marshall que, imagen a imagen, intenta
calcar el alma y emoción de la cinta original. El regreso de Mary Poppins es
exactamente eso: la reaparición (she pops-in se dice en inglés) de la
institutriz creada por la escritora Pamela Lyndon Travers y cuyas míticas
aventuras se desenvuelven a lo largo de ocho libros publicados entre 1934 y
1988. Todo ello, sin olvidar, lógicamente, a Julie Andrews, la protagonista de
la versión Disney estrenada en 1964. Sin olvidarse de ella ni de los pingüinos,
claro.
¿Por qué volver a Mary
Poppins?
Quizá, la fragilidad
de los tiempos que estamos viviendo sea la respuesta. Su carácter vital puede
ser una buena respuesta a todo este caos y, sin duda, puede ayudar a que la
gente incorpore un poco de alegría y optimismo en sus vidas.
¿Y qué cree que la
niñera Poppins nos tiene que decir o enseñar ahora más allá de su buen talante?
La actriz retoma el
personaje que Julie Andrews interpretara hace 58 años para insistir en el
irresistible encanto de las institutrices anarquistas, algo maleducadas y
voladoras
Lo mismo da vida a
una reina que a un comando suicida; a una madre acosada por los aliens que a la
mismísima reina del hielo. Sea esta última quien sea. Emily Blunt se ha
convertido desde que en 2004 se dejara ver en la tercera película del ahora
reconocidísimo Pawel Pawlikowski en la nueva imagen de la industria. De
Hollywood entero quizá. La menos cursi o, si se quiere, la más sudorosa (por el
esfuerzo más que nada). Ahora, a sus 35 años, le toca ser la nueva Mary Poppins
en la versión coreografiada por Rob Marshall que, imagen a imagen, intenta
calcar el alma y emoción de la cinta original. El regreso de Mary Poppins es
exactamente eso: la reaparición (she pops-in se dice en inglés) de la
institutriz creada por la escritora Pamela Lyndon Travers y cuyas míticas aventuras
se desenvuelven a lo largo de ocho libros publicados entre 1934 y 1988. Todo
ello, sin olvidar, lógicamente, a Julie Andrews, la protagonista de la versión
Disney estrenada en 1964. Sin olvidarse de ella ni de los pingüinos, claro.
¿Por qué volver a Mary
Poppins?
Quizá, la fragilidad
de los tiempos que estamos viviendo sea la respuesta. Su carácter vital puede
ser una buena respuesta a todo este caos y, sin duda, puede ayudar a que la
gente incorpore un poco de alegría y optimismo en sus vidas.
¿Y qué cree que la
niñera Poppins nos tiene que decir o enseñar ahora más allá de su buen talante?
Lo primero es que es
una mujer muy moderna. Ya lo era en los libros. Cuando P. L. Travers escribió
esta historia, era una mujer que conseguía sacar adelante lo que se proponía.
Poderosa. No en el sentido de Bruce Willis, pero sí de otra manera. No depende
de nadie y lo maneja todo a su alrededor. Por otra parte, es una especie de
superhumana con una superhumanidad. Digamos que es incluso una superheroina.
Vuela y todo. Creo que es muy contemporánea. De hecho, la razón por la que Rob
situó la acción de la película durante la Gran Depresión es porque hay un
cierto paralelismo con nuestros días. Entonces como ahora, mucha gente vivía desconcertada
o simplemente asustada. El mismo miedo de entonces es el de ahora. Imagino que
Poppins nos devuelve a ese momento de la infancia en el que todavía hay espacio
para la esperanza y la sorpresa.
¿Cuando habla de
miedo o desconcierto, ¿a qué se refiere exactamente?
Bueno, prefiero no
mencionar nada en concreto. Me quedo con la sensación general de fragilidad que
estamos viviendo todos, en Europa y en América, en un momento de muchos cambios
Me pregunto qué
pensaría Mary Poppins de asuntos como el Brexit o la elección de Trump en
Estados Unidos...
Seguramente estaría
muy confusa y perpleja [se ríe].
¿Cree que se podría decir que Poppins es feminista?
Sí, claro, lo es. No
depende de ningún hombre y eso me gusta de ella. Además, es como si las
debilidades de los demás la desconcertaran. Es una mujer muy enérgica, capaz de
tener una visión general de las cosas y simplificárselas al resto de la
gente...
Por otro lado, para
reivindicarse y que se le tenga en cuenta necesita ser casi perfecta. En eso
también parece muy actual. Cuando hablamos de un hombre sabio nos lo imaginamos
despistado o desconectado de la realidad, en ningún caso tan perfecto como
ella...
No tengo claro que
sea perfecta. Es vanidosa y algo maleducada. ¿Eso es ser perfecta? ¿Qué es ser
perfecta? Pienso que lo que más le gusta de sí misma es que no se parece a
nadie. Se alegra de eso, la enorgullece. Esa dualidad siempre me ha divertido.
En los libros, más que en la película, es muy narcisista e incorrecta con los
demás porque se va tropezando con tonterías que estorban a su plan maestro y
misterioso de llevarte en un viaje de autodescubrimiento.
Me pregunto si usted
misma con papeles como los de 'Sicario' o 'Al filo del mañana' se considera un
símbolo feminista...
Es extraño pensar
así de una misma, pero me parece bien. Ojalá sea así y si lo es, me parece muy
halagador.
Otro tema que está
muy presente en Mary Poppins es el valor de la educación. Ahora mismo es un
debate tanto en el mundo en general como en España en particular. No sé si
preguntarle como Poppins o como madre. ¿Qué opina sobre este asunto?
Siempre que hablo de
esto me siento como un dinosaurio, pero lo que me preocupa de la tecnología es
lo pequeño que se vuelve el mundo para los niños. Y eso a pesar de que se estén
dando saltos de gigante en muchos aspectos. Lo que me molesta de las redes
sociales, por ejemplo, es que creas una especie de identidad a medida. Y me
preocupa que haya que intentar estar a la altura de esa identidad perfecta en
todo momento. La vida no es buena y perfecta. Tiene de todo. Puede ser dura y
no creo que debamos escapar de esa verdad. Tienes que abrir los ojos y
experimentar la vida. No puedes fotografiarlo todo, documentarlo todo. La
educación tiene que crear personas capaces de pensar, de pensar de manera
innovadora.
¿Habla como Mary Poppins o como Emily Blunt?
Como Emily Blunt.
Pero estoy de acuerdo con Poppins. Ella transmite la idea de que todo es
posible, incluso lo imposible. Tener sueños ambiciosos es una de las cosas más
importantes en la vida.
¿Cómo fue su
infancia?
Maravillosa, genial,
alegre, alocada y completa. Éramos cuatro niños en casa, así que siempre había
ruido, bullicio y mis padres son dos de las personas menos críticas con los
demás que haya conocido. Les gustaban todo tipo de personas completamente
distintas y nos aceptaban a todos con nuestras idiosincrasias y diferencias. Me
encanta eso de mi padre y mi madre; que estaban completamente abiertos a
quiénes éramos y a quiénes queríamos ser. Eso incluye a todo el mundo que
conocen, a mis amigos...
¿Trata de ser igual con sus hijos [tiene dos con John Krasinski]?
Sí, creo en dejarles
ser quienes quieran ser porque la gente es como es. No cambiamos demasiado. He
aprendido eso con los años. Las personas son quienes son. Me encanta lo
diferentes que son mis hijos entre sí. Son personalidades completamente
distintas con los mismos padres. Es extraño.
¿Tuvo niñera, por cierto?
Tuve un par de
cuando era muy pequeña, pero luego mi madre estaba siempre ahí, sin ayuda. No
sé cómo se las apañabau-pairsa con sus cuatro hijos. El otro día le dije: «No
sé en qué estabas pensando. ¡Cuatro hijos!». Está loca. No sé cómo lo hizo,
pero fue una madre increíble.
LA SUFRAGISTA QUE CREÍA EN LA EDUCACIÓN
Cuenta María Tausiet
en su libro Mary Poppins. Magia, leyenda, mito (Abada editores) que, salvando
las distancias y los tiempos, algo une al Quijote con la institutriz voladora.
«Tanto el iluso caballero como la niñera que sabe identificar y recrear las
ilusiones infantiles nos inducen constantemente a cuestionarnos nuestro sentido
de lo real». Su estudio recién publicado se adentra en el imaginario del
personaje de Travers no tanto para explicarlo, que también, como para dotarlo
de su verdadero y hondo significado. En poco más de 200 páginas, de la mano de
un texto tan documentado como ameno, la autora describe y desentraña la lógica
profunda de la que bebe un personaje cuyas raíces están igual en la mitología
griega o céltica como en la misma Biblia. No en balde, la escritora, novelista
y poeta Pamela Lyndon Travers, además de experta en folclore, era una
contrastada conocedora del taoísmo, la filosofía hindú y las tradiciones
budistas.
Tausiet confiesa
haberse quedado fascinada con el personaje de Poppins desde niña. Sólo mucho
más tarde y por culpa de un regalo (su hermano le entregó en 2006 los volúmenes
completos de Travers) decidió convertir su fascinación temprana primero en
obsesión y más tarde en objeto de estudio. Y así, hasta que poco a poco, le
pudo un personaje que, a su manera iconoclasta, bien podría ser definida como
feminista. No la primera, pero sí, como la sufragista Emmeline Pankhurst que
aparece tanto en el libro original como en la película (aunque su nombre se
borró de la versión española), pero sí una de las más aventajadas. «Mary
Poppins se presenta, caída del cielo, como una mujer fundamentalmente
independiente», arranca Tausiet. Y sigue: «Lo es en un sentido económico (como
institutriz, gana un salario) pero también psicológico. Sabe lo que quiere, se
niega a dar explicaciones, tiene una gran fuerza de voluntad (quizás ahí
radique su magia) y no se arredra ante ningún obstáculo... Aunque en la
película no se la representa acudiendo a manifestaciones feministas, a
diferencia de la madre de los niños, con su comportamiento demuestra que la
igualdad entre sexos es posible».
¿Y si además de una perfecta educadora, la refinadísima y algo
gamberra institutriz fuera, además, revolucionaria y hasta fogosa
anticapitalista inlcuso? «Ella», continúa Tausiet, «se presenta acompañada de una serie de
amigos y parientes pertenecientes a la clase trabajadora, cuando no auténticos
marginados sociales, que la apoyan en todo momento y a quienes ella a su vez
defiende. Estos personajes (entre ellos, mujeres ancianas, despreciadas
habitualmente por la sociedad) son los auténticos artífices de la magia. El
discurso latente en los libros de Travers es decididamente antimaterialista». Y
ahí, de momento, lo deja.
Para la autora,
Poppins es ya un mito contemporáneo; «un mito que nos invita a mirar mejor y
más atentamente y a encontrar lo extraordinario en nuestra vida cotidiana». Y
esto último hace de ella la mejor de las profesoras. O quizá la única posible.
«Uno de los puntos fuertes de la institutriz es que sabe ponerse en el lugar de
los niños, entender su psicología, e incluso, en ocasiones, su necesidad de
portarse mal. Sólo es posible educar desde la empatía y quizás, por eso,
consigue de ellos cosas que, en principio, parecerían imposibles». Hacer
posible lo imposible, dice una de las máximas de Poppins. Pues eso.
https://www.elmundo.es/papel/cultura/2018/12/20/5c1a8dd721efa0bb3f8b45a5.html
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