sábado, 1 de diciembre de 2018

EL BELLAS ARTES DE SEVILLA REVELA A MURILLO COMO EL PINTOR TOTAL EN UNA GRAN ANTOLÓGICA


Jesús Morillo
El museo destierra tópicos sobre la obra de uno de los grandes maestros europeos con préstamos de más de una treintena de instituciones internacionales


Uno de los objetivos desde el punto de vista científico del Año Murillo, que conmemora el IV centenario de su nacimiento, era dejar atrás el tópico de pintor edulcorado de santos e inmaculadas, para mostrarlo como uno de los grandes maestros de la pintura, condición que tuvo entre sus contemporáneos -siendo un artista más cotizado que Velázquez y Zurbarán-, pero también hasta principios del siglo XX, como demuestra el expolio napoleonico de su obra en Sevilla.
La gran antológica, que se inauguró ayer en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y que cuenta con un presupuesto de algo más de un millón de euros, ahonda en este planteamiento desmitificador, a través de una selección de 55 cuadros, procedentes de una treintena de instituciones internacionales.
Agrupados en nueve ejes temáticos, «Murillo. IV Centenario» pretende mostrar a un pintor total, capaz de afrontar con maestría y excelencia la pintura de género, el retrato y la pintura religiosa, según señalan los comisarios de la muestra Valme Muñoz (directora del museo) e Ignacio Cano (conservador).


Una treintena de instituciones internacionales han prestado medio centenar cuadros, una veintena de ellos no habían vuelto a España desde hace dos siglos
«Es un autor que reúne la excelencia técnica con la capacidad de comunicación», señala la directora del Bellas Artes sobre el protagonista de una exposición que «quiere desterrar tópicos que lo mostraban como un pintor demasiado edulcorado, cuando contaba con una técnica excepcional que le permite crear unas imágenes de gran intensidad».


Para mostrar esa maestría de Murillo, añade Ignacio Cano, se ha optado por un enfoque, más que cronológico, temático, donde se pudieran relacionar pinturas de diferentes épocas y mostrar su «constante proceso creativo» en aspectos que van desde el naturalismo que introdujo en la pintura religiosa a la belleza y dignidad con la que retrató a los niños menesterosos.

Esta última sección dedicada a la pintura, la de género, es uno de los grandes atractivos de la exposición, la más ambiciosa que se ha dedicado al pintor en la ciudad y que permanecerá abierta hasta el 17 de marzo. La mayoría de esta obra la adquirieron comerciantes flamencos durante el siglo XVII y fue muy apreciada fuera de España, quedando pocos ejemplos en territorio nacional.
Lo mismo sucede con los retratos, otro aspecto menos conocido en al obra de Murillo y que cuenta con numerosas obras en el extranjero o colecciones particulares en España. Entre ellos, destaca el préstamo al Bellas Artes del «Autorretrato» que alberga la Frick Collection de Nueva York.

Otras instituciones que han prestado obra son el Metropolitan neoyorquino, el Museo del Louvre, la National Gallery o la Galleria Corsini de Roma. En total, han sido 50 préstamos de instituciones y colecciones privadas internacionales, la mayor parte europeas y españolas, como el Museo del Prado y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Junto a ellas, destacan también la presencia de nueve cuadros de museos americanos, y cinco obras de la pinacoteca sevillana.

Nueve ejes temáticos muestran la maestría de Murillo en pintura religiosa, retratos y pintura de género
Todo ello, configura una de las exposiciones más ambiciosas, tanto por el número de préstamos como por su arco temático, que se han organizado en España desde la que realizó el Museo del Prado, con un centenar de obras, en 1982. Entre los atractivos de la muestra sevillana del Bellas Artes, museo que gestiona la Junta de Andalucía, se encuentra, además, que se van a poder ver por primera vez en dos siglos una veintena de obras que salieron de España.
Entre ellas, destacan «La Virgen con el Niño», de la Galleria Corsini; «La Sagrada Familia (las dos Trinidades)», de la National Gallery; «Cristo recogiendo sus vestiduras», del Krannert Art Museum de Illinois; «San Pedro», de la Galleria Nazionale de Parma; y «Cuatro figuras en un escalón», del Kimbell Art Museum, de Forth Worth, una de las piezas más sobresalientes de la muestra.

Obras destacadas
Otras obras destacadas, entre otras, son, por su complejidad técnica, «Las bodas de Caná», de la Universidad de Birmingham; por estar realizada sobre obsidiana, «La Natividad», del Museo de Bellas Artes de Houston; el «Ecce Homo», de una colección particular madrileña; y por el digno retrato de un infante paupérrimo, «Niño riendo», de la National Gallery, a pocos pasos de su visión de la nobleza en «Retrato de Íñigo de Melchor Fernandez de Velasco», del Louvre.


«Niño riendo», detalle- J. M. Serrano

A partir de estas y otras obras la exposición trata de mostrar, según sus comisarios, «la visión del mundo de Murillo» a partir de un recorrido de nueve ejes temáticos, que comienzan con «Santa infancia», donde «reinventa temas tradicionales», como la infancia de Cristo en cuadros como "El Buen Pastor"»; para continuar «Una familia de Nazaret», donde «incorpora el naturalismo a la pintura devocional».

Otras secciones, como «Gloria en la tierra», presentan cómo introduce «visiones celestiales y trascendentes en escenas cotidianas», mientras que «Compasión» ilustra sobre la pintura de devoción privada que buscaba, siguiendo los dictados de Trento, provocar la emoción religiosa mediante su contemplación.

Estas piezas se suman, además, a las 17 de la exposición sobre el Convento de Capuchinos que siguen colgadas en la llamada sala Murillo, entre ellos, «El jubileo de la Porciúncula», del Museo Wallraf-Richartz de Colonia, que, gracias a la restauración que realizó el museo, permanecerá en Sevilla hasta 2026.

Un recorrido excepcional desde lo religioso, con parada obligada en el diseño iconográfico que fijó para la Inmaculada, a lo profano, del Murillo más conocido al más desconocido, del pintor que recibía más encargos de la Iglesia en Sevilla al gran retratista. El pintor total.


Del lienzo a la obsidiana
La investigación pictórica de Murillo abarcaba también a los soportes de sus obras, desde el habitual lienzo a la tabla, pasando por la obsidiana y el cobre. De todos ellos hay ejemplos en la exposición, como «La Natividad», realizada con esa piedra volcánica; «San Agustín con la Trinidad», sobre tabla, del Bellas Artes; y «Cristo en la cruz con la Virgen, María Magdalena y San Juan», del Meadows de Dallas. Como señala Valme Muñoz, Murillo mostró en el cénit de su carrera el uso de materiales y soportes poco habituales, con el objetivo de sorprender y complacer a sus clientes más cultos y exigentes, como Justino de Neve o Nicolás Omazur. Con ello, el pintor demostraba, añade la directora del Museo de Bellas Artes de Sevilla, un dominio del procedimiento técnico y de la experimentación solo al alcance de los grandes maestros.


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