Siegen, Westfalia, 1577 -
Amberes, 1640
Ningún pintor europeo del
siglo XVII aunó como lo hizo Rubens talento artístico, éxito social y económico
y un alto nivel cultural. Aunque su actividad se centró en la pintura, también
realizó numerosos diseños para estampas, tapices, arquitectura, esculturas y
objetos decorativos. Su obra, muy abundante, ofrece gran versatilidad temática,
e incluye pinturas de temas mitológicos, religiosos y de historia, retratos y
paisajes. Su pintura es grandilocuente, pero también sabe ser delicada, y
muestra gran habilidad técnica y sensibilidad hacia los ritmos de la
composición y la psicología de los personajes. El éxito que disfrutó Rubens
durante su vida se debe tanto a la capacidad de su arte para expresar la
nostalgia que sentían sus contemporáneos por la Antigüedad como a su habilidad
para ofrecer a sus coetáneos una imagen engrandecida de sí mismos, en un
momento en el que los fundamentos de la cultura europea se estaban poniendo en
duda.
El Museo del Prado posee la mayor y una de las mejores colecciones de pinturas
de Rubens, que procede en su práctica totalidad de la colección real española.
Otros conjuntos importantes de su arte se encuentran en el Koninklijk Museum
voor Schone Kunsten de Amberes, la National Gallery de Londres, la Alte
Pinakothek de Múnich, el Musée du Louvre de París y el Kunsthistorisches Museum
de Viena. Rubens nació el 28 de junio de 1577 en Siegen, en la provincia
alemana de Westfalia, en el seno de una familia flamenca calvinista que había
huido de Amberes debido a la persecución religiosa. En 1578 la familia Rubens
se trasladó a Colonia, donde permaneció hasta su vuelta definitiva a Amberes en
1589. Para entonces, la madre de Rubens se había convertido al catolicismo,
religión que el pintor compartió y en cuya causa creyó fervientemente. Rubens
recibió una educación inusual para un artista. Su primera instrucción
procedería del padre, Jan Rubens, un abogado formado en Roma y Padua. En 1589
el pintor ingresó en la escuela del latinista Rombout Verdonk, donde recibió
instrucción en retórica y gramática y en latín y griego. Compartió escuela con
su hermano mayor, Felipe, que llegaría a ser un destacado humanista. En el arte
de Rubens, y también en su abundante correspondencia, escrita fundamentalmente
en italiano, pero también en francés, flamenco y latín, hay numerosas muestras
de su excelente educación y del sesgo clasicista y católico de su formación. La
facilidad con la que se movió durante toda su vida en los ambientes
aristocráticos y cortesanos sin duda se vio facilitada por el siguiente paso en
su educación, que tuvo lugar en 1590, cuando entró como paje al servicio de la
condesa de Ligne-Arenberg. En esta época su vocación de pintor ya debió de
haberse manifestado, puesto que en 1591, cuando tenía catorce años, Rubens
ingresó como aprendiz en el taller de Tobias Verhaecht, un pintor local
especialista en pintura de paisaje. Su maestro más importante fue Otto van
Veen, pintor educado en los ideales clásicos de la pintura, que había vivido
varios años en Roma, y que trabajaba como pintor de corte en Bruselas para los
gobernadores de los Países Bajos españoles. Rubens trabajó con él a partir de
1594 o 1595, y su trayectoria profesional sirvió de ejemplo al joven pintor.
Se
conocen muy pocos cuadros de Rubens desde el momento en que se convirtió en
maestro independiente en 1598 hasta su viaje a Italia en 1600. Partió de
Amberes el 9 de mayo de 1600, y al poco tiempo entró al servicio de Vincenzo I
Gonzaga, duque de Mantua, como pintor de corte. Su posición en Mantua le
permitió vivir de su profesión y además acceder a las colecciones
aristocráticas de distintos lugares de Italia. Rubens dedicó sus ocho años de
estancia en la península italiana a estudiar el arte del pasado, especialmente
la estatuaria griega y romana y también los grandes maestros del Renacimiento,
como Rafael y Miguel Ángel. La ciudad que más frecuentó durante estos años fue
Roma, donde además obtuvo sus primeros éxitos profesionales. En 1601-1602
recibió el encargo de pintar tres cuadros de altar para la iglesia de la Santa Cruz
de Jerusalén (los dos cuadros que se conservan se encuentran actualmente en la
Catedral de Nuestra Señora, Grasse). En 1606 recibió el encargo de pintar unos
cuadros para el altar de la iglesia de Santa María en Vallicella, un encargo
que consiguió por encima de otros candidatos de la ciudad y que le confirmó
como uno de los principales pintores de Roma en ese momento. También durante su
estancia italiana Rubens realizó un viaje de gran importancia para su relación
con España. En 1603 fue elegido para encabezar una embajada enviada por el
duque de Mantua a la corte de Felipe III en Valladolid. Permaneció en España
desde septiembre de 1603 hasta una fecha indeterminada en los primeros meses de
1604, y realizó para el favorito del rey el "Retrato ecuestre del duque de
Lerma" (Prado), que muestra por primera vez la habilidad del pintor para
pintar imágenes grandilocuentes de los gobernantes de su tiempo. A finales de
1608, y tras recibir noticia de una enfermedad que afectaba a su madre, Rubens
regresó a los Países Bajos meridionales. Aunque en un principio la intención
del pintor era regresar a Italia, las «facilidades» que se le presentaron tras
llegar a Amberes hicieron que permaneciera en la ciudad, donde residiría hasta
su muerte. En 1609 los archiduques Alberto de Austria e Isabel Clara Eugenia le
nombraron pintor de corte, y le concedieron además el privilegio de no tener
que residir en la corte de Bruselas, sino de poder permanecer en Amberes. El 3
de octubre de 1609 Rubens contrajo matrimonio con Isabella Brant, que
pertenecía a una familia de la alta burguesía local.
El bellísimo
"Autorretrato con su esposa" (h. 1609-1610, Alte Pinakothek, Múnich)
y los retratos que realizó de los hijos del matrimonio (Alberto y Nicolás
Rubens, h. 1626, colección príncipe de Liechtenstein, Vaduz) muestran a una
familia que había adoptado las costumbres y vestimentas de las clases más
privilegiadas. Tras varias décadas de guerra, los Países Bajos españoles
iniciaron un periodo de paz con la firma de una tregua en 1609 entre la
monarquía española y las Provincias Unidas del Norte, la tregua de los Doce
Años. La firma del tratado dio paso a un proyecto de reconstrucción nacional
del que supo aprovecharse Rubens, contribuyendo con sus pinturas a la
decoración de iglesias y de casas y palacios de la aristocracia y la alta
burguesía. En 1609 la ciudad de Amberes le encargó el gran cuadro de "La
Adoración de los Magos" (Prado), que se utilizó para decorar el
Ayuntamiento durante la firma de la tregua de los Doce Años. Posteriormente
este cuadro entraría a formar parte de la colección de Felipe IV, y en
1628-1629 el pintor lo retocaría y ampliaría con el permiso del Rey, incluyendo
en él su propio autorretrato. En los primeros años tras su regreso a Amberes,
pintó algunos de los cuadros de altar más espectaculares que jamás se hayan
realizado, como "La elevación de la Cruz" (1610-1611, Catedral de
Amberes) y "El Descendimiento" (1611-1614, Catedral de Amberes), y
convirtió su estudio en el más importante de la ciudad, educando a numerosos
pintores y contratando a jóvenes artistas de la talla de Van Dyck, quien
ingresó en su taller como ayudante en 1616. Estos son también los años en los
que Rubens colabora con otros destacados pintores flamencos, como Frans
Snyders, con quien pinta, entre otros cuadros, "Filopomenes
descubierto" (Prado) y "Prometeo" (h. 1612, Philadelphia Museum
of Art) y sobre todo Jan Brueghel de Velours, en cuyos cuadros Rubens inserta
pequeñas figuras realizadas con gran delicadeza, como sucede en la Serie de los
Cinco Sentidos (1617-1618, Prado), o en algunas guirnaldas en las que Rubens
pinta las figuras de la Virgen, el Niño y los ángeles (Musée du Louvre, París,
y Prado). El enorme éxito que llega a disfrutar en Amberes lo demuestra también
el encargo que recibe en 1620 para decorar la iglesia de los jesuitas de
Amberes con treinta y nueve lienzos que se colocarían en los techos de las
naves laterales (destruidos en 1718). El tamaño y la organización del taller de
Rubens hacen posible su dedicación a este y otros numerosos proyectos de gran
envergadura. Parte del éxito del pintor en estos años se debe al patrocinio que
recibe de los Archiduques. En 1621 muere el archiduque Alberto y Rubens
estrecha su vínculo con la infanta viuda, que continuará gobernando los Países
Bajos españoles hasta su muerte en 1633 en nombre de su sobrino el rey Felipe
IV. Las consecuencias artísticas de la relación entre Rubens y la infanta son
importantes. Es posible que la mediación de la infanta influyese en el encargo
que recibió en 1621 para decorar el Palacio de Luxemburgo en París, residencia
de la reina madre de Francia, María de Médicis. En 1625 o 1626 la infanta
Isabel Clara Eugenia encargó al pintor que diseñase veinte grandes tapices para
el convento de las Descalzas Reales de Madrid, donde ella había pasado algunos
periodos de tiempo durante su infancia y donde aún se conservan los tapices.
Algunos de los modelos realizados por el pintor en preparación para este
proyecto llegarían a Madrid años más tarde y se encuentran actualmente en el
Museo del Prado. El patrocinio de la infanta continuaría produciendo
importantes obras de arte, como el "Tríptico de San Ildefonso"
(Kunsthistorisches Museum, Viena), encargado hacia 1630 para decorar una
capilla en la iglesia de la corte de Bruselas, San Jacobo de Coudenberg. Como
agente al servicio de Isabel Clara Eugenia, Rubens se vio involucrado también
en una serie de negociaciones diplomáticas destinadas a la firma de un tratado
de paz entre España y los Países Bajos. En 1628 el rey Felipe IV llamó al
pintor a Madrid para recibir información sobre el estado de las negociaciones.
Con este motivo el pintor se trasladó a la capital española en agosto de 1628,
y permaneció en la ciudad hasta abril de 1629. Su actividad en Madrid fue
febril, tanto que el pintor y tratadista Francisco Pacheco (cuya información
procedía de su yerno Velázquez, con quien Rubens seguramente compartió estudio
en el Alcázar de Madrid) escribió en su libro "Arte de la pintura":
«Parece cosa increíble haber pintado tanto en tan poco tiempo». Rubens realizó
en torno a cuarenta cuadros durante su estancia en Madrid, algunos por encargo
del rey, otros para la infanta Isabel Clara Eugenia y otros para sí mismo, como
las numerosas copias que hizo de los cuadros de Tiziano que pertenecían a la
colección real. De entre todos estos cuadros destaca por su significación
histórica el Retrato ecuestre de Felipe IV, que se ha perdido (existe una copia
en Galleria degli Uffizi, Florencia). Se trata de una imagen del rey rodeado de
figuras alegóricas que ensalzan su papel como monarca defensor del catolicismo.
Tras su finalización, este cuadro se instaló en el salón más representativo del
Alcázar de Madrid en sustitución de otro retrato ecuestre pintado unos años
antes por el joven Velázquez, pintor de corte de Felipe V. Este gesto
encumbraba a Rubens como pintor favorito del rey español, preferencia que
confirmarían los numerosos encargos que el pintor recibiría del Rey en la
década de 1630. Tras su visita a Madrid, Rubens se trasladó a Londres
(1629-1630) y más tarde a La Haya (1631), para continuar sus negociaciones a
favor de la paz. En Londres recibió el encargo de decorar el Banqueting House,
un gran salón que formaba parte del complejo palacial de Whitehall, y para el
rey Carlos I realizó también una de sus alegorías políticas más conocidas,
"Alegoría de la Paz" (National Gallery, Londres). Rubens contrajo
matrimonio por segunda vez en 1630 (había enviudado en 1626) con Helena
Fourment, una bella joven de dieciséis años que se convirtió en su principal
fuente de inspiración en la última década de su vida. No solo pintaría varios
retratos de ella ("Helena Fourment sentada en una terraza", h.
1630-1631, Alte Pinakothek, Múnich), sino que además se inspiró en sus rasgos
para definir el tipo de figura femenina que puebla la mayor parte de los
cuadros de estos años, ya sean de tema mitológico, como sucede en "El
juicio de Paris" que Rubens pintó por encargo de Felipe IV (Prado) o de
tema religioso, como ocurre en "La coronación de Santa Catalina"
(1631, Toledo Museum of Art, Toledo, Ohio). Durante los últimos años de su
vida, Rubens recibió numerosos encargos de Felipe IV. Entre 1636 y 1638 diseñó
para la Torre de la Parada, un pabellón de caza del Rey, unas sesenta escenas
en su mayoría mitológicas, y entre 1638 y 1640 pintó para el Rey un total de
veintidós cuadros mitológicos destinados a decorar el Alcázar (la mayor parte
de los cuadros que se conservan de estos encargos pertenecen al Prado). En
todas estas obras se observa la influencia que la pintura de Tiziano tuvo sobre
el estilo de Rubens en esta época, que se manifiesta en una forma de pintar en
la que la libertad de factura prima por encima de la precisión dibujística.
Rubens había pintado paisajes a lo largo de toda su carrera, pero dedicó
especial esfuerzo a este género en la década de 1630. Obras como "Paisaje
con arco iris" (h. 1636, Wallace Collection, Londres) y "Paisaje con
Het Steen" (h. 1636, National Gallery, Londres), demuestran el amor del
pintor por el campo y su profunda sintonía con la vitalidad y los ritmos de la
naturaleza. En el momento de su muerte, acaecida el 30 de mayo de 1640,
numerosos cuadros se encontraban en su estudio, algunos de ellos seguramente
obras de encargo aún sin terminar, y otras, más personales, realizadas por
Rubens sin la intención de venderlas. Entre éstas se encuentran algunas de las
obras más bellas del pintor que pertenecen al Museo, como "Las tres
Gracias", que seguramente fue adquirida por Felipe IV a los herederos del
artista. Además de pinturas, la producción de Rubens incluye también cientos de
dibujos y de bocetos, que utilizaba para preparar sus cuadros y que nos
permiten apreciar su extraordinario talento artístico. También realizó
numerosos diseños para estampas y contrató y controló cuidadosamente a los
artistas que se encargaban de grabar sus diseños, preocupándose también por
obtener los derechos de reproducción de sus estampas, un ejemplo del riguroso
control que ejerció sobre los aspectos económicos de su actividad. Rubens fue ennoblecido
por Felipe IV y por Carlos I. Su éxito en las grandes cortes de Europa y su
elevado estatus social contribuyeron, tanto como su talento artístico, a
convertirle en un pintor de gran influencia (Vergara, A. en E.M.N.P., 2006,
tomo VI, pp. 1918-1925).
Su autorretrato se inserta
en 'La adoración de los Magos' que corresponde a la obra P01638 del Museo del
Prado.|
-https://www.museodelprado.es/coleccion/artista/rubens-pedro-pablo/099c7adf-d261-4e54-8a3b-7807500ca539?searchMeta=rubens&gclid=Cj0KCQjw2KHWBRC2ARIsAJD_r3eN1OSTyJ7vS3rgdegkchSWDe2fxGRJV-Efg9RXWT6W5ksqY3X0OJEaAjFREALw_wcB
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