Suicidios, tragedias e
historias de éxito de la última gran dinastía industrial europea, agitada por
el millonario fichaje de Cristiano Ronaldo y los recientes cambios en su cúpula
LORENA PACHO
Lapo Elkann en el evento de
aniversario de Fiat 500 celebrado en Milán el 4 de julio de 2018. VINCENZO
LOMBARDO GETTY
Cada cierto tiempo la saga
de los Agnelli, lo más parecido a una familia real en la república transalpina,
sacude Italia. El reciente fichaje de Cristiano Ronaldo por la Juventus de
Turín, propiedad del clan, revolucionó el mercado inmobiliario en Turín, agitó
las plazas futbolísticas y provocó turbulencias en el imperio. El precio
desmesurado de la compra del jugador desató el pasado julio el enfado de los
trabajadores de una fábrica de Fiat en el sur del país que se quejaban de los
sacrificios que les exigían a ellos.
El reciente cambio de
gestión en los principales pilares del conglomerado familiar después del
fallecimiento del histórico gerente único Sergio Marchionne copó la actualidad
italiana durante días. La historia de la estirpe Agnelli, la última gran
dinastía industrial europea, está inexorablemente ligada a la del país y
viceversa. Quienes mueven los hilos son personajes singulares.
A la cabeza está John
Elkann, el heredero por excelencia del viejo Gianni Agnelli. Después de la
muerte de Umberto Agnelli, hermano de su abuelo, tomó las riendas, con 30 años
recién cumplidos, de un imperio que se asomaba al precipicio. Llevaba desde los
24 preparándose específicamente para ello. Por sus manos pasa un conglomerado
de compañías automovilísticas, varios periódicos, el club de fútbol Juventus de
Turín, viñedos en Burdeos, edificios de prestigio, cadenas de hoteles, grandes
almacenes, compañías de seguros, fábricas de papel, propiedades en Roma, Turín,
Nueva York o París y un interminable etcétera. Ahora acaba de estrenarse al
frente también de Ferrari.
A él le ha tocado, además
de relanzar las finanzas de la estirpe con más poder de Italia, recomponer los
maltrechos lazos familiares y poner fin a las guerras internas entre hermanos,
primos y madres e hijos por la herencia del patriarca. Algo que poco después de
la desaparición de Gianni parecía una misión imposible, en una dinastía de seis
generaciones y 170 herederos. En el árbol genealógico de los Agnelli se
entrecruzan descendientes de la aristocracia medieval del Piamonte, grandes
apellidos de la élite estadounidense, como los Miller, y parentescos con la
nobleza europea. Desde niño ha sabido lo que es la presión. Siempre comedido y
alejado del foco público, sigue una única doctrina desde que llegó al timón de
la dinastía: trabajar y callar.
Nació en Nueva York y
creció entre Reino Unido, Brasil y Francia. Era casi un desconocido en el bel
paese hasta que su opulenta boda en 2004 con la princesa lombarda Lavinia
Borromeo —hermana de Beatrice, la mujer de Pierre Casiraghi— en la Capilla
Blanca de la isla Madre del lago Maggiore lo puso en el reflector de los
italianos, que hasta entonces apenas habían oído hablar de él.
En cambio su hermano Lapo
Elkann, el nieto díscolo, siempre ha estado en boca de todos. Después de varios
escándalos con drogas de por medio ahora asegura estar rehabilitado y centrado
en su faceta de empresario. La familia siempre ha cerrado filas en torno a él.
Sus peripecias no eran, ni mucho menos, lo peor que habían vivido los Agnelli.
Ninguno de los dos se habla
con su madre Margherita, que inició una batalla sin cuartel por la herencia de
su padre, que en Italia se considera una especie de Dallas transalpina.
Gianni Agnelli en un acto
en París el 15 de octubre de 1991. ANTONIO RIBEIRO GETTY
En la cumbre del imperio
sigue dominando la figura omnipresente y excesiva de Gianni, el abogado, que no
lo tuvo fácil para elegir a su sucesor. Sabía que solo lo buscaría entre los
hijos de su hija predilecta. El patriarca veía su impronta en John: riguroso,
discreto, buen gestor y eficiente. Pero se reconocía aún más en Lapo:
simpático, seductor, intrépido y chispeante —las palabras “independiente” e
“indomable” que tiene tatuadas en ambos brazos son una declaración de
intenciones— y con el tenía una relación más estrecha.
Su biografía exorbitante
encaja con la de su abuelo: playboy indómito y vanidoso; hombre intenso, empresario
intuitivo e ingenioso.
El patriarca Gianni dio un
impulso renovado al imperio fundado por el senador Giovanni Agnelli en 1899. El
país transalpino y medio mundo se rindieron ante "El auténtico rey de
Italia", como le llamaba el director Federico Fellini, que solía decir:
“Ponle un casco y móntalo en un caballo. Tiene la cara de un rey”. Durante
mucho tiempo reinó sin corona en las finanzas, en la sociedad y hasta en la
política del país transalpino, que no lo olvida. Cuando falleció en enero de 2003,
150.000 personas pasaron por la capilla ardiente que se instaló en la antigua
fábrica de la Fiat en Turín para despedirse del eterno príncipe de Italia.
Con él se iba una vida
intensa y particular. Su padre, Edoardo, murió en 1935, decapitado por una hélice
en un accidente de avión flotante cuando él tenía 14 años. Su madre, la
princesa Virginia Bourbon del Monte, desapareció trágicamente diez años
después, estrangulada por su pañuelo en un accidente automovilístico. Al final
de una trayectoria disoluta encontró a Marella Caracciolo di Castagneto, su
primera y única esposa pero ni de lejos la única mujer de su vida. En su
autobiografía, la aristócrata recuerda el primer encuentro con la dinastía de
los Agnelli: “Eran todos iguales, se reían de los mismos chistes, parecían
estar de acuerdo en todo. Emanaba de ellos un aura tribal. Cuando nos
comprometimos a finales del verano de 1953, pensé que nunca encontraría mi
lugar en una familia tan cercana”. Durante mucho tiempo, el matrimonio,
conocido como los Kennedy italianos, mostró la imagen de una familia feliz.
Sobrevivieron al suicidio de su hijo Edoardo y mantuvieron unido al clan, pero
las sombras de las infidelidades de él nunca se desvanecieron.
UNA SAGA LLEVADA A LA PANTALLA
La saga de los Agnelli, y
en especial la vida de Gianni Agnelli, el patriarca, bien merecía llegar a la
pantalla. Así lo vio también HBO. En diciembre de 2017, la plataforma estrenó
Agnelli, un documental de 100 minutos donde daba cuenta de la vida empresarial,
pero también de glamour, que rodearon al patriarca . Para hacerlo contó con
metraje histórico y con los testimonios de más de 40 personas: amigos,
parientes, confidentes, políticos, enemigos, trabajadores de FIAT, diseñadores
de moda e incluso su cocinero o algunas amantes.
https://elpais.com/elpais/2018/08/16/gente/1534420316_862671.html
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